
En estos días navideños donde todo el mundo va corriendo por las calles con cierto estrés incontenido me surgen recuerdos de hace algunos años leyendo esta reciente
noticia. Por aquel entonces, mientras estudiaba buscaba trabajo que me diera cierta independencia mientras vivía con mis padres. Tuve la suerte de poder trabajar varios años seguidos en una multinacional distribuidora de juguetes para reforzar la campaña de Navidad desde Diciembre hasta Enero del año siguiente.
Entendí que todos los años había uno o dos
juguetes estrella. Estos, por supuesto eran muy codiciados y cientos de padres angustiados venían en procesión preguntando por ellos. Cuando les decía que se nos habían agotado su cara era un poema. Me preguntaban que de dónde lo podrían encontrar en la competencia, que sí sabía algo que ellos no supieran porque habían pateado este y el otro y el de más allá y no lo habían encontrado. Todo ello, para poder satisfacer los deseos de sus hijos aquellas navidades.
Ese sentimiento me desconcertaba un poco. Entendía que la ilusión del niño era algo muy importante pero tampoco entendía la necesidad de no intentar sustituir ese regalo por otro similar. ¿Tan frustante sería para el niño?
Estamos inmersos en una sociedad en la que somos bombardeados por parte de los anuncios gráficos en los diversos medios de comunicación. Es un
lo quiero y lo quiero ya que en cierto modo nos tiraniza. Si miráis los comentarios del enlace que os adjunto, los propios padres responden que las muñecas favoritas de este año son horribles pero que su niña lo quiere y
hay que comprarla, tal y como ocurría en las surrealistas escenas que conformaban la pelicula de nuestro
Gobernator.
Otro cantar era cuando había existencias del juguete en cuestión, observar la cara de alivio de los padres. Me producía curiosidad. Desde luego por aquel entonces no era padre, pero sí hijo y recuerdo la ilusión de la Navidad, de los (pocos pero suficientes) regalos recibidos. Quizás era más conformista con lo que me trajeran. De lo que yo pidiera en mi carta a lo que realmente recibía había cierta distancia.
Supongo que hoy es todo más competitivo y la situación posterior en el colegio no se queda atrás.
Piques eternos entre los compañeros
porque a mi me lo han traido todo y me han traido el Mega-man de turno, por decir algo.
El propio sentido de la Navidad se perdió hace tiempo, pero al menos queda algo principal, recuperar nuestro sentido de la familia. Permanecer con los que quedan en una reunión especial, quizás con familiares que no ves en mucho tiempo, saber de ellos, reir con las últimas ocurrencias de cada uno, en definitiva, compartir un momento especial.
¡Que paséis unos felices días con todas aquellas personas que están en vuestras vidas!